Torneo 30 Equipos 2015 30ma. Definición del 2do. Descenso

Síntesis de los tres partidos que definieron a Nueva Chicago como el segundo equipo que descendió al Nacional «B» para disputar la temporada 2016 en esa categoría.

Imágenes del programa Sportia del Canal TyC Sports.

Torneo 30 Equipos 2015 29na. Las Claves del Boca Campeón !!!!

Imágenes del programa Líbero del Canal TyC Sports.

LA NACION LUNES 02 DE NOVIEMBRE DE 2015 Christian Leblebidjian

Desahogo: un campeón merecido, que consiguió el diploma con asignaturas pendientes

Boca venció a Tigre 1-0 y festejó una vuelta olímpica en un certamen local que no ganaba desde el Apertura 2011; fue el mejor de 30 equipos, apoyado sobre sus intenciones ofensivas y el liderazgo de Tevez, aunque su nivel nunca deslumbró

La cancha explotó y Boca gritó campeón después de más de tres años, cuatro tomando como referencia el último campeonato local, el Apertura 2011. Hubo desahogo y emociones, festejos merecidos en un año particular, donde el torneo se jugó de punta a punta del calendario y con la superpoblación de 30 clubes. Eso hizo que el equipo tuviera variaciones, modificaciones (muchas) ya fuera de sistema táctico como de intérpretes, actuaciones individuales destacadas que le permitieron ser el mejor desde los números, aunque desde lo colectivo sigue siendo un equipo difícil de describir. Boca no fue un campeón colosal, un primero indiscutido. Sus recursos e intenciones ofensivas terminaron imponiéndose a su juego desangelado, inconsistente, borroso y deshilachado.

Carlos Tevez fue la única individualidad que rescató al equipo de manera constante. No por un partido o dos, sino que aun no jugando a veces del todo bien, siempre fue el motor del equipo, hasta con los dolores de espalda, con el desgaste por la gran cantidad de encuentros de una temporada que incluyó liga italiana con Juventus, Champions League y la selección argentina. Tevez fue el alma xeneize y aportó un liderazgo que excedió al campo de juego. El Apache fue la piedra fundacional donde Boca se apoyó para rearmarse en medio del certamen, pos eliminación traumática de la Copa Libertadores y a la vuelta de la Copa América.

Rodolfo Arruabarrena planificó su Boca a partir de la búsqueda ofensiva, atacar más allá del estadio donde se jugara y de cómo iba el partido. Sí atendió, lógicamente, a los contextos. Porque hubo momentos en los que el equipo estuvo obligado a defender, como ante Belgrano, en Córdoba, donde terminó con nueve jugadores por las expulsiones de Pablo Pérez y Peruzzi. Nunca jugó con los resultados a favor ni se conformó con empatar, aunque eso no siempre necesariamente tenga que ser una virtud para un equipo que pretende hacerse fuerte y sólido en un torneo largo.

A Boca le faltó juego. Sus situaciones de riesgo pocas veces fueron proporcionales a sus elaboraciones colectivas, más allá de que tuvo partidos muy buenos ante Estudiantes, Banfield, Newell’s, Lanús, Quilmes y Gimnasia; también en los primeros tiempos ante Defensa y Justicia, Colón y Sarmiento.

Paradójicamente, aunque nunca jugó desde la estrategia a plantear un partido así, lo mejor de este Boca fue el contraataque. Desde las características de sus jugadores, desde esa predisposición para jugar mejor atacando los espacios que debiendo resolver en pocos metros, ante equipos que se cerraban atrás y cerca de su arquero. No lo aplicó ante Racing, en Avellaneda, en una oportunidad que se presentaba propicia para dicha ejecución, pero lo encontró en momentos impensados como una variable más que válida. ¿Alguien se acuerda de que Boca le ganó a Atlético de Rafaela en la Bombonera 1-0 con un gol de contraataque de Calleri, comandado por Lodeiro y asistido por Carrizo

La observación se apoya además en la siguiente estadística: 14 de los 48 goles que señaló Boca en el torneo fueron de contraataque; los restantes, de jugada colectiva (17 -cuatro de ellos de cabeza), de pelota parada (7 -cinco de ellos de cabeza), de penal (6), con un remate desde fuera del área (2), de tiro libre directo (1) y el restante en contra, el de Tomasini ante Crucero del Norte, tras la jugada de Tevez.

A Boca se le cuestionó muchas veces el carácter, la personalidad con la que afrontaba los partidos más complejos. En el tramo final se notó el temor a quedarse con las manos vacías. De todas formas, los botines pesaron más de la cuenta, ya que colectivamente costó encontrar situaciones de gol que no fueran definidas por una genialidad, por un arrebato individual.

Fue irregular hasta para eso, ya que perdió puntos insospechados, como ante Chicago (0-0), Aldosivi (0-3) y San Lorenzo (0-1), en la Bombonera, pero después sacó pecho en terrenos complejos y superando bien a River (1-0), Belgrano (1-0), Lanús (3-1), Gimnasia (2-1), Arsenal (2-1) y Argentinos (3-1), todos como visitante.

Lo que Boca tuvo que padecer ayer ante Tigre fue una muestra de lo que debió sufrir en gran parte del torneo. Andrés Cubas, la figura de la cancha, tuvo ayer la inteligencia táctica que le faltó a casi todo el equipo. Jugó simple, respaldó a los compañeros para recuperar, apareciendo siempre cerca de la jugada, sin necesidad de grandes desplazamientos para mostrarse útil. Pablo Pérez y Lodeiro fueron dos socios en ese intento, en un Boca que se excedió tanto centralizando los avances por los carriles del medio que nunca desequilibró, con el balón en movimiento, a un ordenado Tigre, que defensivamente aplicó con precisión el manual de Gustavo Alfaro. La sorpresa sí la consiguió de pelota parada, con una jugada de «pizarrón» del Vasco practicada en la semana: córner de Lodeiro al primer palo y cabezazo furioso de Monzón, que picó a toda velocidad llegando desde muy atrás.

¿Alguien recuerda cómo formó Boca en la primera fecha ante Olimpo, en la Bombonera? Bajo el esquema 4-3-3, fue con Orion; Fuenzalida, Cata Díaz, Torsiglieri y Monzón; Pablo Pérez, Cubas y Gago; el Burrito Martínez, Calleri y Federico Carrizo.

Las realidades fueron mutando hasta que Daniel Osvaldo se incorporó después y se fue a mitad de camino. Ayer, sólo cinco de los mencionados fueron titulares: Orion, Monzón, Pérez, Cubas y Calleri. Las modificaciones alcanzaron el dibujo táctico: el 4-3-3 le abrió paso al 4-3-1-2, con un Lodeiro suelto que incluso encontró mejor rendimiento cuando Palacios desequilibró por la derecha, para explotar los envíos largos del uruguayo. Tevez y Lodeiro le aportaron, al mismo tiempo, una característica que al equipo de Arruabarrena le faltaba: la pegada para los tiros libres y los córners.

Boca terminó consiguiendo su diplomatura debiendo algunas materias. Se mira en el espejo y se reconoce como el mejor, pero sabe interiormente que una cosa es haber hecho más méritos que los demás y otra es responder, desde el juego, al potencial con el que cuenta.

Torneo 30 Equipos 2015 29na. Boca Campeón !!! Habla Arruabarrena

Imágenes del programa Paso a Paso del Canal TyC Sports

LA NACION LUNES 02 DE NOVIEMBRE DE 2015 Pablo Lisotto

La revancha íntima de un hombre bueno: Arruabarrena

No fue sencillo el camino del Vasco; reemplazó a Bianchi, un ídolo desgastado, y debió atravesar dos series internacionales perdidas con River; representa el triunfo de un hijo de la casa

Si la vida de Rodolfo Arruabarrena fuese una película, el filme culminaría con un primer plano del rostro del protagonista emocionado, con la medalla de campeón colgándole del cuello y rodeado de papelitos metalizados que bailan en el aire movidos por la brisa, sobre el césped de la Bombonera, tras la consagración. No fue sencillo el camino deportivo del entrenador del equipo de la Ribera. Debió reemplazar nada menos que a Carlos Bianchi, a fines de agosto de 2014, con todo lo que esa situación implicó desde lo simbólico. Sin haber sido la primera opción del presidente Daniel Angelici, quien quería en el banco a Guillermo Barros Schelotto.

Tras un aceptable cierre de año (el equipo culminó quinto, a 10 puntos del campeón Racing y bajo su conducción ganó 8 encuentros, igualó 4 y perdió 3), Arruabarrena se propuso hacer historia en 2015. Se encargó de planificar una buena pretemporada y de evitar contrataciones multitudinarias. Como buen ex defensor, consideró necesaria la incorporación de Marco Torsiglieri, pidió expresamente que se sumara el volante Pablo Pérez y finalmente aceptó al arribo de Daniel Osvaldo, aun sabiendo que el rockstar sería un foco constante de noticias extrafutbolísticas, verídicas o no.

El arranque fue demoledor: tras el tropiezo de la última fecha de 2014 con Gimnasia (0-2) encadenó 18 partidos oficiales sin derrotas: el desempate con Vélez para ingresar a la Libertadores, seis victorias en la etapa de grupos de la Copa, y ocho triunfos y tres empates por el torneo local. Además, se dio el gusto de aplastar a River por 5 a 0, en un amistoso de verano disputado en Mendoza. El rival de toda la vida le cortó la racha, cuando lo venció por 1 a 0 en el Monumental, por los octavos de final de la copa.

Tras la escandalosa eliminación ante el conjunto conducido por Marcelo Gallardo -que se sumó a la eliminación frente al mismo adversario de la Sudamericana anterior-, a Boca le costó dos encuentros reaccionar (0-3 con Aldosivi y 0-2 con Vélez), y eso también fue responsabilidad del entrenador y de su cuerpo técnico. El 4-0 ante Newell’s, en la última fecha antes del receso invernal, dejó atrás los fantasmas de una posible salida anticipada del DT.

«Es un técnico al que le gusta tener la pelota y atacar», describió alguna vez Diego Markic en relación con el estilo de Arruabarrena. «Soy vasco y terco», resumió el propio DT, en la última entrevista que tuvo con la nacion, en la que agregó: «Soy tranquilo. Muchas veces me cuestionan que no hablo durante el partido, pero se me cruzan los cables en donde corresponde. En la cancha trato de no gesticular mucho, porque cuando yo jugaba a mí me gustaba ver tranquilidad en el banco. He tenido a los mejores entrenadores: (César) Menotti, (Manuel) Pellegrini, (Carlos) Bianchi, (Marcelo) Bielsa y sería estúpido no haber aprendido nada de ellos».

Arruabarrena confió en los jóvenes y esa apuesta también le rindió sus frutos prácticamente desde un primer momento. Nombres como el de Sebastián Palacios (23 años), Rodrigo Bentancur (18) o Andrés Cubas (19), sin rodaje a comienzos de año, ya son habituales para el oído del hincha xeneize. Lo mismo ocurre, con menor presencia, con Juan Cruz Komar (19) o Jonathan Cristaldo (19).

Otro gran mérito del entrenador de Boca fue haber podido transmitirle su habitual perfil bajo al plantel, junto a su cuerpo técnico (Diego Markic como colaborador principal, Mauro Navas como ayudante de campo secundario, y los preparadores físicos Gustavo Roberti y Pablo Santella). Gracias a eso pudo resolver la histeria de un equipo que se sentía nervioso, tanto por el paso de los años sin vueltas olímpicas (cuatro, desde el Apertura 2011 y unos meses menos desde la Copa Argentina 2012) como por los constantes rumores de crisis dentro del vestuario, sumada al clima político previo a las elecciones en la entidad de la Ribera y en el país.

Para el Vasco este título también es una revancha personal, después de quedar dos veces en el umbral de una coronación como DT. La primera fue con Tigre, en el Apertura 2012, cuando peleó hasta la última fecha con Arsenal de Sarandí, finalmente campeón. La otra, mucho más difícil de digerir, se dio con Nacional de Montevideo, en un Apertura 2013 que tenía dominado y que tuvo un final infartante (llegó líder a la última fecha y perdió 2 a 1 como local ante Fénix, uno de los últimos de la tabla) en el que terminó consagrándose Danubio.

Además, con este título, Rodolfo Arruabarrena se mete en la historia grande de Boca. Ocurre que es el primero desde que comenzó el profesionalismo que hizo las divisiones inferiores en el club, luego fue campeón como futbolista (Apertura 98 y Clausura 99) y ahora lo logra como entrenador. El único caso similar es el de Alfredo Garasini, que también surgió de la cantera xeneize, sumó cuatro estrellas como jugador en la etapa amateur (1920, 1923, 1924 y 1926) y otras dos como DT (1943 y 1944). También es el primero que se corona como entrenador luego de hacerlo como futbolista desde que hace 34 años lo lograra Silvio Marzolini (1962, 1964, 1965, 1969 y 1970 en el campo, y en 1981 desde el banco).

Rodolfo Arruabarrena
«Como jugador yo quería quedar en la historia del club y ganar prestigio. Y como entrenador es lo mismo. Cumplí lo que siempre soñé», contó. La semilla está sembrada. Que florezca y dé cada día más frutos sólo depende de Boca.
«El equipo demostró carácter y dio la cara en los momentos difíciles. En situaciones complicadas defendieron la camiseta como hay que defenderla. Más adelante, pensaremos en la Libertadores, sabemos lo que significa»
«Este premio se consiguió luego de mucho trabajo, había que dejar las vanidades fuera de la Bombonera. Festejaremos todo lo que se pueda y luego pensaron en la final con Central»